A PROPÓSITO DE LA CONSCIENCIA PLENA


Según definición filosófica, la consciencia es el conocimiento de la propia existencia.

En el diccionario se pueden encontrar diferentes definiciones. Algunas de ellas:
  1. Conocimiento inmediato o espontáneo que el sujeto tiene de  mismode sus actos y reflexiones
  2. Capacidad del ser humano de reconocer la realidad circundante y de relacionarse con ella
De alguna manera, según estas expresiones, es la capacidad humana, mediante la cual la persona sabe que sabe, sabe que conoce, conoce que sabe...
El conocimiento de la propia existencia, ¿lleva implícito darse cuenta de todo lo que un@ decide o hace en un momento dado?. Seguramente, si eso fuera así, sería más fácil poder describir cada situación vivida y llenar la descripción con las sensaciones, emociones, y pensamientos que la han acompañado. Pero el pensamiento es como un mono saltarín, capaz de bailotear desde una rama que contiene la inquietud personal impresa por un acontecimiento  del pasado, para brincar después al tronco de otro árbol impregnado de las cosas que un@ tiene pendientes, y todo ello, mientras se hacen otras cosas, como lavarse los dientes, almorzar, bailar, hablar con un amigo, ducharse, estudiar, estar trabajando, participar de una reunión o ir a por el pan. ¿Consiste en esto el conocimiento de la propia existencia? Más bien sugiere, que parte de la propia existencia se va diluyendo sin darnos cuenta. La capacidad de estar en dos cosas o más a la vez, conlleva que no se viva ninguna de ellas con plenitud.

Todas nuestras habilidades tienen un sentido, no hay que menospreciar ninguna. Tal vez, el hecho de que aparezcan varias cosas seguidas, alternándose, incongruentes a veces, por nuestro mapa mental, tenga que ver con esa herencia del pasado que sirvió para estar atent@s a ciertos peligros. Que hoy perdure no es motivo de rechazo, porque cuando se produzca una situación de peligro real nos va a ser de utilidad, puede evitar que nos atropelle un coche, que caigamos por unas escaleras tras un tropiezo o que esquivemos un obstáculo amenazante, por ejemplo. La capacidad de automatismo, también nos puede evitar el pensar cada vez, dónde colocamos los libros o guardamos las llaves. La imaginación, que nos regala con imágenes, a veces sugerentes y espontáneas, también puede conducir a una gran creación... El problema se deriva de que esa danza del pensamiento siga sucediéndose sin motivo aparente, o por temores que no son reales, o provocado por la inercia por la que nos conduce la prisa, o... Pero siempre a nuestro pesar... Es decir, que el propio mono danzante siga yéndose por las ramas, sin percatarnos de ello, viajando por su cuenta y causándonos desazón sin ni siquiera saber porqué...

Estudios científicos avalan que una mente errante es una mente infeliz. Investigadores  y personas de ciencia, como Kabat-Zinn, Davidson, Gilbert o Killingsworth, han reparado en ello. Por otro lado, tradiciones espirituales como el budismo, el yoga, el zen... llevan miles de años invitando a cada un@ a observar cómo funciona el pensamiento propio: qué obsesiones, qué temores, qué caminos elige, qué evasiones, de qué ilusiones se alimenta... También todas las tradiciones espirituales hacen llamada a la introspección y el silencio (cristianismo, sufismo, hinduismo, budismo... a través de la oración, la meditación, la contemplación, la solidaridad...) El hecho de que las jerarquías de las religiones (revestidas de poder) se hayan apropiado y malinterpretado esas enseñanzas espirituales en tantos y tantos momentos de la historia humana, no invalida su significado. Bien al contrario, se trata de rescatar todos esos valores como un aspecto más de lo humano, que necesita de su desarrollo y expresión, como manera de completitud. Siempre ha habido médicos incompetentes, artistas mediocres, ayudas convertidas en invasiones, periodistas manipuladores, arquitectos de torres torcidas, enseñantes sin pedagogía... no es lo deseable, pero, pese a su existencia, no por ello desestimamos las sabidurías médicas, ni las de la literatura, el arte, la arquitectura, el periodismo, la enseñanza, la ayuda humanitaria... ¿Porqué ignorar la propia interioridad y dejar de conocer su relación con la trascendencia?

La consciencia plena (o mindfulness según Tich Nhat HanhKabat-Zinn), constructo relacionado al mismo tiempo con la mirada interior y con la capacidad humana de trascender, se puede definir como un darse cuenta de lo que un@ mism@ está haciendo, decidiendo, sintiendo, pensando, escuchando, percibiendo... en el momento en que ello sucede, es decir, en el momento presente. Para cultivarla, no es suficiente estar viv@. Son imprescindibles herramientas y recursos que tod@s poseemos, como por ejemplo: la atención hacia el interior de sí mism@ (es decir,  hacia las sensaciones del cuerpo en un momento dado, las tendencias del pensamiento propio, sobre las emociones y sentimientos, sobre el estado de ánimo); la atención hacia las circunstancias exteriores(que ayude a discernir lo real de lo ilusorio); la escucha (la propia y hacia otr@s); la observación (de sí mism@ y de la realidad que nos envuelve); el no juicio (entendido este, no como falta de criterio o discernimiento, sino como el abandono de esa adjetivación excesiva y constante de todo, que limita la experiencia; referido también a dejar ir los prejuicios que nos mantienen sujet@s exclusivamente a lo conocido...); el silencio interior (paradas cotidianas que, sin quebrantar el espíritu del mono saltarín, lo adiestran y estimulan a quedarse quieto para poder mirar más allá de lo inmediato y más profundo de lo perceptible a simple vista); el fluir (o dejar ir sin aferrarse a las situaciones, pensamientos, cosas)...

La consciencia plena, nos puede ayudar a ser conscientes de la mente errante, a que ese mono saltarín, que es el pensamiento humano, sea amigo y se inmovilice cuando le demos la señal adecuada. Para ello, se hace necesario entrenar todos esos recursos que ayudan al cultivo de la presencia (otro nombre para la consciencia plena). Las mencionadas herramientas funcionan como la musculatura, solo están a tono cuando se entrenan y practican de manera frecuente y continuada.



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