SARA, MUJER HABITADA



...Espero que mis semillas tengan un buen fin. Puedo ver tan de cerca el interior de la fruta. Estar en ella, sus achatados extremos, su redondez. "La tierra es redonda y achatada como una naranja". Era el gran descubrimiento de los españoles. Me río de ellos. La tierra es como yo... Gioconda Belli, Fragmento de "La Mujer Habitada"
              
     SARA, MUJER HABITADA

   A menudo, Sara deja que las palabras evoquen vivencias y provoquen un eco interno… Permite que le resuenen en esas cavidades profundas donde viven las sensaciones.

   Por ejemplo, cuando escucha ancestros, la experiencia evocada es la del legado humano recibido (para bien y para menos bien) y se percibe mujer habitada. En la forma de los brazos y de la acogida lleva a su abuela; cuando se siente en calma o haciendo bromas vislumbra al abuelo; en momentos de transparencia o de intransigencia reconoce a su padre; la flexibilidad y la capacidad de adaptación vienen de la mano de su madre, quien también esconde las dificultades para decir NO… Se vive en aquellos gestos o en esas actitudes… Se hace consciente de que tiene que hacerse amiga de todo lo que le habita y ser amable con ello, para dulcificar las aristas que cortan, para retirar las piedras donde puede tropezar o para levantarse tranquila tras el tropiezo…


   Todo eso le conduce a percibir que también se hallan presentes, con ella, l@s antepasad@s que no ha llegado a conocer. L@s que, en el confín de los tiempos, acaban siendo compartid@s por la humanidad entera, con sus mismos miedos y anhelos, con su amor y la esperanza trascendidos, aquel coraje y esos cuidados por l@s otr@s que ahora le dan vida a ella misma...


    Del mismo modo, puede notar otros seres que caminan por su interioridad: la hormiga, cuando lleva “entre manos” un trabajo que progresa hacia algún proyecto u objetivo y lo encara de manera minuciosa; la mariposa, cuando vive momentos de transformación que le ayudan a sentir un vuelo libre e independiente; el águila, que observa desde lo alto haciéndose una composición más global de lo que le rodea; la loba, que cuida de la manada y la arropa; la tigresa, que expresa su ira cuando se siente en peligro; el delfín que puede calmar ese enfado con su simpatía y dejándose llevar y envolver por la inmensa agua marina que todo lo amortigua; la montaña sólida, que proporciona firmeza pero también a veces dura intransigencia y, que al mismo tiempo, se reconoce formada por capas y sedimentos antiguos; la fruta madura, que regala dulzura y sabor pero que ha cultivado paciencia mientras ha crecido verde; el océano entero, que se sabe unas veces calmo, y otras agitado por tormentas que pueden ahogar la existencia, pero siempre vivido por todo tipo de especies, grandes, pequeñas o invisibles, animales, vegetales o minerales; la arena suave, que se abandona al viento o se deja calentar al sol; el río de agua dulce, que, aunando gotas, a veces fluye sin parar,  y que en otras ocasiones queda estancado; la ballena navegante, que es capaz de acompañar barcos, confiando en la bondad de quienes los tripulan o navegan; el árbol, el bosque o la selva, que perciben las raíces comunes de las que se saben nutridos y a través de las cuales pueden alimentar a otros; el aire que entra y sale, sin el que no hay aliento propio o compartido, ni vida para dar y recibir; el fuego, que renueva y transforma pero que puede arrasar si no se le controla…

   Le habita el primer ser unicelular que originó la vida conocida, principio de ella misma; le habita alguno de esos peces valientes o al menos curiosos, que se atrevieron, hace 400 millones de años, a salir del océano y a caminar por primera vez sobre la playa para dar lugar a la existencia de los vertebrados sobre la tierra; le habita el Big Bang inicial, que transformó un vacío anterior en un vacío nuevo (el espacio interplanetario es un vacío casi total) y que no puede ser “la nada”, porque solo “el algo” es transformable; le habita el vacío mismo, que percibe a veces, cuando se ancla en un infinito no limitado…

   Cuando se siente mujer habitada, todo adquiere un sentido diferente, incluida su vida, y aunque sabe que puede morir mañana, se siente eterna, formando parte y siendo todo… Percibe el compromiso, que trasciende desde antiguo como herencia humana transferida, legada... Ese testamento que puede dar más significado al viaje de la vida y que ha sido compartido desde siempre…

   
   A una de sus mudas de piel le sigue la metamorfosis… Y cada cambio es una pequeña muerte. Una muerte que, inevitablemente, trae pérdida y duelo, pero también vida nueva: aspectos que se revelan tras haber estado por tiempo ocultos… La muerte, como la mutación, es alquimia, transformación… 

   No siempre sucede el sortilegio… A veces solo se siente humana, humanísima desconectada y limitada… Y se olvida de todo ese espacio infinito que le habita… Deja de ver lo que le sostiene… Hay momentos de noche oscura… Y sufre…

   Sabe que todo fluye mejor cuando no se resiste al “sin sentido” que se presenta durante las horas bajas… Recurre entonces al recuerdo de que sin noche oscura no deviene la luz; que a la tormenta le sucede la calma; que las nubes pueden tapar el sol, pero el sol sigue existiendo; que el intervalo de pausa precede al posible eureka… Y respira, respira, respira... Y espera...

   Tal vez -reflexiona- funcionamos como un sencillo interruptor de la luz (copiado de la naturaleza) que en ocasiones deja pasar la luminosidad y en otras no... Es necesario pulsar el interruptor, cuando se intuye que la energía está lista para circular... Es preciso ser el interruptor mismo...

   Ha descubierto, en otras noches oscuras, que desde la aceptación, la fe y la confianza, esos episodios dan paso más tarde a una luz que alumbra claridad, a un eureka nuevo, a otro nacimiento interior… como si se tratase de un Big Bang personal… Y el nuevo cosmos lo llenará todo, por dentro y por fuera…

   Introduce en sus bolsillos las heridas, el pasado por resolver… En algún otro momento -le dice su esperanza- serán cicatrices suaves e instantes que se puedan filtrar de nuevo para el renacer florido… Sigue caminando hacia adelante y no va sola… Intentando vivir cada momento… Evitando esa mirada hacia atrás que podría convertirla en estatua de sal…



Comentaris

  1. Querida Helena, voy contigo sin dudarlo, hacia adelante... viviendo cada momento.

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