LA MAR DE TIEMPO

Sara caminó lentamente por la arena mojada, junto al mar, donde kilómetros abiertos de playa permanecían solitarios en aquella hora del día… Contemplaba el horizonte infinito que se dibujaba ante ella… Allí la luz empezaba a dejarse ver junto al último atisbo de océano que imprimía su huella trazando una fina línea lejana entre el agua y el cielo…

Sintió que la brisa, que alborotaba su pelo, también acariciaba su piel, como regalándole suaves arrumacos… Pasó a notar cómo la arena se hundía suavemente bajo cada paso descalzo… Escuchó el oleaje que se le asemejaba una respiración marina y que se repetía con una frecuencia constante… Se le antojó una nana que el mar le dedicaba en ese preciso instante…

Se zambulló desnuda en el leve oleaje mientras el alba empezaba a dorar la superficie y se dejó mecer por aquel vaivén aguamarino… Ahora apreció la frescura y humedad en su cuerpo y vislumbró pequeños peces que bailaban en torno suyo sin muestra alguna de temor… Se percibió entonces vivificada y se lanzó a dar brazadas que al principio parecían dividir las aguas para acabar dejando contemplar que en realidad no se separaban nunca…

Todo era calma en continuo suave movimiento…

Se abandonó un rato tumbada sobre las aguas, dejándose llevar… como muerta que se sabe viva… escuchando con sus oídos medio sumergidos todos los sonidos marinos del momento… Podía observar el azul del cielo cada vez más luminoso y brillante, los pájaros volando plácidos que despedían su propia canto, los insectos intentando escapar de las aves… Pero cerró los ojos… Agudizó la percepción de otros sentidos…

Mar por fuera… Mar por dentro…

Con sabor a sal en su exterior… Con gusto a agua marina en el interior: cada lágrima, cada pequeña herida sangrante que había lamido para intentar repararla…

Día y luz afuera… Sentimientos de claridad adentro…

Luna y noche sobrevolando el mar… Momentos oscuros sobrellevados…

Una corriente líquida acunándola… Un manantial recorriéndole…

El olor inequívoco y global…

Un latido unívoco…

… Se supo mar desde antiguo…

Se sintió fundida con el océano por unos instantes, identificando tormentas, tempestades violentas o su calma mansa… Percibiendo días y noches ancestrales…

La esencia de millones de seres podía pasear ahora por sus venas, sus órganos, recorriéndole toda, dejando su aroma y perfumando cada uno de aquellos rincones interiores…

Supo entonces que el pasado, el presente y el futuro siempre habían vivido y caminado juntos:

Se hilvanaban en puntadas que recogían la anterior y daban lugar a la siguiente, con un hilo fabricado desde un lugar eterno y que, orientándose hacia la misma eternidad, seguía y seguía cosiendo… Ahora la aguja se detenía en un botón, y silenciosamente lo fijaba con idas y venidas cortas… Continuaba luego reparando un agujero… Los puntos de cruz eran lugares de encuentro y parada… Las lorzas y vainicas, cual arrugas en la piel, requerían más tiempo… Los puntos de nido de abeja contenían infinitas convivencias… Los dobladillos escondían los secretos…

Un hilo sin el cual nadie podía arroparse en los inviernos, ni lucir el estampado primaveral, ni gozar la entretela del otoño o colocarse una pequeña prenda de ropa en verano que después podía ser abandonada temporalmente en la orilla, para sumergirse desnudo en el mar…

Ese mar que aunando pasado, presente y futuro, bamboleaba toda la infinita realidad...

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